Las papas nativas (Solanum spp.) están vinculadas con las culturas más remotas de nuestra historia. Según Egúsquiza (2000), los primeros habitantes fueron cazadores, nómades y recolectores que colectaron tubérculos de especies silvestres encontrándose ampliamente distribuidos en el territorio, e iniciaron su domesticación en “chacras primitivas”, donde se sembraron diferentes especies de papas silvestres que se cruzaban entre ellas y, a través de los años, el agricultor seleccionó híbridos que producían tubérculos más grandes, menos amargos y mejor adaptados a las diferentes condiciones de suelos y climas en los Andes peruanos.
Cuando los españoles llegaron al Perú, la papa ya era altamente evolucionada al igual que las técnicas agrícolas; sin embargo, hoy en día se vienen aplicando fertilizantes y plaguicidas que provocan contaminación ambiental, que afecta a la salud y el bienestar de muchos agricultores y consumidores de papa, provocando la erosión genética, esterilidad en suelos y aumentando los costos de producción. Según Sumba (2008), las papas nativas constituyen un rico reservorio de genes para los programas de fitomejoramiento por su gran diversidad, y en los últimos años ha crecido el interés de los mercados, los cuales han permitido el consumo de diversos tipos de este cultivo.
Para mejorar la producción, disminuir el daño de plagas y enfermedades y contrarrestar el uso excesivo de agroquímicos, se elaboró la presente guía cuyo objetivo principal es contribuir al conocimiento e información como una herramienta útil para el uso combinado y alternado de productos biológicos con pesticidas químicos en el manejo agronómico de productores e investigadores involucrados en la producción y conservación sustentable de esta tuberosa andina.
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