El injerto es una forma eficiente de propagación vegetativa y de
bajo costo, que impulsa el desarrollo agrícola e industrial del cultivo, aporta
con ello un beneficio económico altamente significativo.
Con esta actividad se busca mejorar la producción de cacao en
cantidad y calidad, promoviendo la rehabilitación y/o renovación de
plantaciones viejas, debilitadas e improductivas. Así como la implementación de
áreas nuevas, con un enfoque moderno en cuanto a densidad y tipo de material
genético certificado.
Esta técnica favorece la conservación de árboles precoces de
alta fructificación, tolerantes a plagas y otras cualidades agronómicas que lo
hacen valioso para la producción; siendo considerada una herramienta del mejoramiento
genético (Arévalo.et.al 2005).
El éxito del injerto depende de la práctica y habilidad del
operario, del conocimiento en la obtención de varetas y del momento óptimo al
realizar el injerto.
La operación de esta práctica implica una planificación que
asegure el éxito al realizarla; actividades improvisadas casi siempre fracasan
por no tomar en cuenta los factores climáticos, el estado de la planta, condiciones
de ubicación y disponibilidad de agua del
suelo y sustrato; estos factores afectan el desarrollo de los
tejidos internos de la planta y dificulta la unión con la vareta o yema a
injertar.