La vida presenta una nueva propiedad de la materia, que sólo se presenta cuando
determinadas moléculas, que aisladas o agrupadas en compuestos químicos sencillos siempre se
comportan como sustancias inertes, se disponen según un orden determinado. Un sistema viviente
es algo más que la suma de sus partes.
La ordenación de la materia viviente, que forma el carácter material básico de la vida, ocasiona
consecuencias morfológicas y dinámicas. La primera se manifiesta en la formación de individuos
claramente delimitados por el medio exterior; los cuales por regla general se caracterizan por
presentar una forma bien definida.
Como resultado dinámico se observan tres propiedades: metabolismo, productividad y
excitabilidad.
En el curso del metabolismo se absorbe del exterior materia inerte, ocasionando la síntesis de
compuestos (anabolismo), mientras, por otro lado, a consecuencia de procesos de descomposición,
se devuelven sustancias inertes de desecho al medio (catabolismo). Cuando el anabolismo
prevalece sobre el catabolismo se produce el crecimiento y, habitualmente, la reproducción del
organismo. En el caso contrario, y cuando después de un lapso que puede ser muy variable no hay
un aporte de energía que supere a las pérdidas, se produce la muerte como consecuencia de la
desorganización de los sistemas moleculares. En la reproducción o multiplicación a partir de un
individuo, se originan descendientes que concuerdan con su progenitor en sus caracteres y
propiedades.
Se entienden por excitabilidad o irritabilidad la capacidad, que tiene un ser vivo, de
reaccionar frente a un estímulo del ambiente externo o interno.
Para que un objeto de la naturaleza sea considerado un ser vivo, debe contar simultáneamente
con las características de poseer cierto tipo de metabolismo, productividad y excitabilidad
Fuente: http://red.infd.edu.ar/blog/wp-content/uploads/2014/11/SilvaLibro-digital-Bot%C3%A1nicapdf-1.pdf